1960
2008
Queremos contarles la historia de Herrera desde una mirada femenina Mucha gente conoce Herrera por su espectacular puente del ferrocarril (S. XIX). Hace menos de un siglo, sus arcos y pilares de sillería y mampostería reposaban en la erreka de Txingurri, junto al lavadero, lugar de trabajo y vida social de las mujeres. Desde la década de los cincuenta a los setenta, Herrera tuvo algunos “pretendientes” municipales que convirtieron Txingurri en una deficiente alcantarilla que inundó su casa de mal olor. También le fueron arrebatando elementos de identidad social: mercado, sidrería, casa de socorro, frontón, así como la iglesia y el colegio de San Luis. En su lugar hicieron viviendas, carreteras y autopistas volantes, muchas escaleras y pasadizos.
En estas condiciones, a Herrera le costó cada vez más trasladarse a pie por su casa para acompañar o atender a las personas con dificultades de movilidad (niños, adultos ..). Los pasos subterráneos incrementaron la amenaza contra su autonomía y libertad sexual. Ella llegó a pensar que su “pretendiente”, el ayuntamiento de Donostia, deseaba que ella no tuviera vida cotidiana. Es decir, quería una casa para varones adultos, aún jóvenes y sanos, que se desplazan de su vivienda al lugar de trabajo en medios motorizados privados.
Años más tarde, Herrera tuvo una “pareja” que le hizo recuperar la esperanza de mejorar su vida. Él le propuso en 1991 un proyecto de convivencia basado en la confianza. Para ello, le presentó un Avance del Plan General que permitía que ella hiciera alegaciones y él las tomara en cuenta. Tristemente, el futuro trajo amargos desencuentros. En 1993 él redactó un Plan Especial de Reforma Interior con el fin de resolver los problemas de la deficiente red de saneamiento, las inundaciones y la conexión motorizada con el entorno. La solución: una carretera sobrevolando la plaza de San Luis con un acueducto adosado en su parte inferior. Ella alegó que le parecía un proyecto que acabaría por destruir su ya violentada casa.
En 1994 y tras varios meses de conversaciones, él le presentó una segunda fase del plan, persistiendo en la idea del vial-acueducto, esta vez sobrevolando el paseo de Txingurri. Ella alegó que suponía más derribos de viviendas, incremento del ruido, contaminación y desaparición del poco espacio de esparcimiento. Sobre el acueducto, propuso desviar las aguas fecales de Intxaurrondo y Larratxo por la variante hacia la N-1. Sin embargo, a él le parecía que ella estaba siendo terca y caprichosa porque no se daba cuenta de todo lo que hacía por su bien. El vial-acueducto elevado atravesando la casa era, a juicio de él, la única solución posible.
En 1999 su “novio” aprueba un PERI que insiste en la idea del viaducto aéreo, ahora a media altura y pegado al puente histórico del ferrocarril. Herrera se vuelve a oponer por tercera vez, pero él le dice que el diálogo entre ambos permitirá hacer correcciones sobre la marcha. Pasan los años y ella, decepcionada por el nulo resultado de sus objeciones, decide presentárselas a la Diputación de Gipuzkoa en el 2002, pero sólo recibió un formal y rotundo silencio. Así las cosas, él prosiguió con el plan, aunque ella logró que él se comprometiera por escrito a no perjudicarle ni provocarle daños.
En febrero del 2008 comienzan las obras elevadas del viaducto. Con gran preocupación, Herrera reúne a su familia social y realiza muchas y variadas protestas. En junio pasado vuelve la esperanza. Ella presenta un proyecto alternativo que refleja lo que durante años había intentado comunicar a su “pareja”: los problemas pueden resolverse con un urbanismo incluyente basado en las necesidades cotidianas y de seguridad de las mujeres. Por fin, el pasado 20 de octubre él accede a recibirla, pero le expresa que su alternativa choca con otros proyectos del Departamento de Transportes del Gobierno Vasco (Eusko Tren) y le recomienda hablar con éste. Le dice también que las obras continuarán y que no quiere saber más de la propuesta alternativa.
En suma, ella sabe que la idea del vial-acueducto pertenece a una mentalidad urbanística del pasado a la que poco le importa que Herrera acabe viviendo en un inquietante foso de hormigón. Herrera se siente engañada y maltratada pero no agotada, por lo que pedirá una cita al Departamento de Transportes, a Diputación y a la Consejería de Medio Ambiente. Quiere mostrarles que su alternativa, por estar pensada para salvaguardar la igualdad y la libertad de las mujeres, puede convertir su casa en un lugar seguro y acogedor para todos. Por ello, las mujeres del barrio nos dirigimos al Sr. Alcalde y a los demás representantes institucionales solicitándoles que estudien la propuesta y dialoguen con Herrera, para hacer realidad nuestro derecho a disfrutar de una casa igualitaria de encuentro, sueños y convivencia.
Firmas de 83 mujeres
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