2009(e)ko apirilaren 1(a), asteazkena

OBRAS DE VERGÜENZA EN HERRERA

En la reunión celebrada por el vecindario de Herrera el martes pasado, 24 de marzo, muchas opiniones aludieron a la vergüenza como un sentimiento inseparable de su experiencia reivindicativa.

El vial abochorna porque, a la vez que las autoridades barajan la posibilidad de eliminar el de Carlos I en Amara, se construye el de Herrera, que tiene todos los problemas urbanos de aquél y algunos aún más graves.

El vial es vergonzante porque, a estas alturas del desarrollo de la Arquitectura y el Urbanismo, muchas mujeres se ven obligadas por las noches a buscar caminos más largos para llegar a sus casas y evitar que las amenazas a su libertad se hagan realidad al pasar por debajo del inquietante vial.

Da vergüenza este vial porque la inseguridad física que transmite su gigantesco volumen de cemento-metal pendiendo a pocos metros de las cabezas de la gente, impone acelerar el paso y alejarse de él lo más rápidamente posible; aunque se tenga la movilidad reducida a causa de la edad, por llevar bolsas de la compra, carritos de bebés, etc.

Produce rubor arquitectónico dado que el vial no solo es grotesco, sino que afea el entorno del puente del ferrocarril, la única obra singular y emblemática de Herrera que sobrevive desde 1865; pero que no ha merecido ser parte del patrimonio cultural de Donostia y ni tan siquiera de un proyecto que lo realce.

Abochorna un razonamiento perverso para la educación ambiental y la convivencia social, cuando se escucha que se beneficiará el tráfico rodado de los barrios altos de Altza, que son mayoría, aunque la vida cotidiana de Herrera salga perjudicada de esta manera.

Ruboriza lo que se está haciendo porque, aunque varias autoridades han reconocido en privado que la protesta de Herrera está basada en buenas razones, no manifiestan su pensamiento en público.

Da vergüenza conocer que un barrio que ha padecido desde la década de los 60 la eliminación progresiva de elementos básicos de su vida social (mercado, iglesia, frontón viejo, regata de Txingurri, caserío Peruene, etc.) va a sufrir el derribo del actual frontón que acoge a 400 jóvenes de todos los territorios de Euskal Herria desde hace más de 20 años, en torno a campeonatos anuales de pelota y fútbol-sala; sin que se haya planificado otro frontón para dar continuidad a dichas actividades.

Es vergonzoso para la participación ciudadana que exista una propuesta alternativa del vecindario y que haya que mendigar la atención de las autoridades, mientras, por un lado, el Ayuntamiento proyecta edificar viviendas en plena Plaza de San Luis y, por otro, la Diputación Foral y el Gobierno Vasco planifican grandes proyectos de infraestructuras que suponen muchos más años de obras en Herrera.

Es humillante que una vez construido el vial y ante las grandes obras que se avecinan, no se hable con la gente de Herrera sobre la reconstrucción global del barrio para prevenir más barreras arquitectónicas; dotarlo de equipamientos sociales, culturales y deportivos; ampliar las zonas verdes, los aparcamientos, la vida comercial; etc. Es decir, compensar los daños ya causados proyectando actuaciones de sostenibilidad ecológica y humana, varias de las cuales ya están contempladas en nuestra propuesta alternativa.

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